lunes, 20 de junio de 2011

Capítulo 30


Chicas, debo comentaros una cosa que es acerca del capítulo que viene. NO podré publicarlo el lunes que viene, ¿Por qué? Porque me voy de campamento este viernes y no volveré hasta el día 3 de Julio.
Así que con esto también os aviso de que no podré pasarme por vuestros blogs durante esos días, lo que me apena bastante. Estoy enganchada al mundo blogger y a vuestras increíbles historias. Prometo volver con más fuerza que nunca y ganas de dejaros más capítulos, puede que incluso publique dos a la semana, no os lo puedo asegurar, pero lo intentaré :)

Un beso y cuidaros mucho eh? <3
***
Los tres entramos a la vez en la tienda de Brian, sin avisar. Y encontrar a Marina con las faldas levantadas, sentada sobre Brian… es algo con lo que podía haber vivido sin verlo. Ni se han dado cuenta de que hemos entrado.

- Sentimos… interrumpir –dice casi con un gruñido Arturo.

Ambos giran sus cabezas hacia nosotros y se quedan un tanto sorprendidos. Brian casi empuja a Marina de encima suya para ponerse de pie con un gesto nervioso.

-Brian, quedas detenido por intento de asesinato al Rey, mi padre –digo con una fuerte voz, Brian se queda como está, pasmado, hasta que se da cuenta de que Arturo y Gabriel avanzan hacia él con una cuerda para atarlo. Intenta oponer resistencia, pero contra ellos dos y yo colocada en la única entrada, no tiene ninguna posibilidad. Cuando lo tienen atado, me giro hacia Marina, quien mira a Brian con una muy fingida mueca de horror, pero sus ojos la delatan.
Al sentir mi mirada, clava sus ojos en los míos.

-Marina, quedas también retenida por cómplice, hasta que se demuestre lo contrario –añado y sonrío un poco al notar sus sorpresa entre mezclada con una rabia inmensa que cruzan por su mirada.

-Tu padre no es el Rey, pequeña tonta –replica Marina con voz cruel.

-Y no lo será jamás –continúa Brian – ni tú tampoco –añade con una macabra sonrisa que es sustituida por una mueca de dolor cuando Gabriel aprieta a caso hecho sus cuerdas.

No me molesto ni en contestar. Hago una señal a Gabriel que avisa a Arturo y los tres salimos de la tienda. Gabriel arrastrando a Brian y Arturo a Marina.
Por el camino echo un vistazo de vez en cuando hacia atrás, no me fio de ellos a pesar de que están atados. Una vez que dirigí mi vista hacia ellos, los vi mirándose y Marina sonriendo.

- Atentos –alerté a Gabriel y Arturo cuando veo a Marina cerrar sus ojos y concentrarse.

Me giro hacia ellos, alerta, fijando mi mirada en ella. De repente y sin previo aviso, Arturo suelta un alarido de dolor a la vez que suelta la cuerda que retiene a Marina a la vez que se mira las manos, quemadas. Ella aprovecha el despiste de Arturo y le suelta un golpe en la cabeza que lo deja semiinconsciente y fija su mirada en Brian.

Giro hacia Gabriel, quien ahora tiene una mueca de dolor, pero que no suelta a Brian. Él le atiza un golpe en el cuello que deja a Brian aturdido en el suelo. Ambos miramos a Marina, quien tiene una expresión de desprecio en la cara y después sale corriendo.

-Gabriel, quédate aquí con Brian y Arturo –mascullo antes de salir a la carrera tras Marina.

-Guardias –grito –prisionera escapada, atrapadla.

Tal y como estoy corriendo, estoy a unos 10 metros de distancia de ella. Poco a poco me voy acercando, pero no lo suficiente. Lanzo un fuerte y agudo silbido, que creo que una de dos, o vendrá Esmeralda, o quizás Raiku.

Y bueno, Raiku es quien acude. Aparece sobrevolando por encima a Marina, que aún no se ha dado cuenta. Con un gesto de mi cabeza, insto a Raiku, que empieza a darle picotazos a Marina.
Ella reduce considerablemente la velocidad pro ese ataque sorpresa y yo lo aprovecho. Cuando casi estoy a su lado y puedo atraparla, noto esa sensación cuando alguien está acumulando poder para lanzar un hechizo, y este irá hacia Raiku. Aterrada,  salto y le agarro de una pata, atrayéndolo hacia mí y evitando que ese conjuro acuático le de de lleno, un conjuro que podría  haber sido mortal para él, al ser un ser de fuego. Pero aún así, ha logrado darle en un ala. Lo sujeto en mi pecho y con un gruñido que reclama venganza acumulada, salto sobre ella, que cae precipitadamente al suelo, arañándose y causando algunos golpes en sus piernas y brazos. Yo, al haberle hecho ese extraño placaje, he caído sobre ella, evitando lo peor de la caída. Raiku se queja en mis brazos. Lo suelto con suavidad en el suelo mientras agarro ambas muñecas de Marina y la sujeto a su espalda.

Reclamo repetidamente a los guaridas, que finalmente aparecen corriendo. Atan de nuevo a Marina, pero esta vez rodeo la cuerda con un hechizo, no caeremos dos veces en el mismo truco. Ella me lanza una furibunda mirada.

Los guardias se la llevan, estará encerrada en una tienda, separa de Brian, bajo custodia las 24h del día.

Recojo a un quejumbroso Raiku del suelo, agachándome para facilitarle que de un pequeño salto se ponga en mi mano.
Camino a paso rápido a donde Gabriel se quedó con Arturo aún inconsciente y con Brian bien atado. Llamo a uno de los guardias y se lleva a Brian de allí.
Comento levemente lo necesario con Gabriel sobre la carrera que he tenido y luego él lleva a Arturo a su tienda y yo voy a la mía para intentar ayudar en la medida de lo posible a Raiku.
Lo deposito en un pequeño taburete de madera, mientras busco unas vendas.  Luego me siente en el suelo con las piernas cruzadas frente a él.

-Voy a intentar curarte, hoy has sido muy valiente –le acaricio con cuidado la cabeza, para tranquilizarle.
Le giro con cuidado hasta que su ala rota queda a mi vista, ya está empezando a curarse. Debo darme prisa y colocársela bien o se le curará mal y no podrá volar.

Con un escalofriante crujido le posiciono correctamente el ala y él bueno, hace todo lo posible por no darme un picotazo al causarle dolor, porque él sabe que es por su bien. Con una de las vendas, le sujeto firmemente el ala, que no tardará más de un día en curarse.

Finalmente acabo y le doy un pequeño beso sobre el suave plumaje de su cabeza añadiendo un –ya está –él en la medida de lo posible feliz, salta a mis manos, agradecido.

-Tock tock – dice Gabriel a mi espalda, me giro y le veo sonriendo - ¿Cómo está el paciente?

Iba a contestar, pero como siempre Raiku contesta por sí mismo con un entusiasta gruñido que produce carcajadas en Gabriel y en mí.

-Oye Gabriel, llevo dándole vueltas al tema, y sé que tú lo sabes, ¿Para qué negarlo? Cuando esta guerra acabe, deberás volver al Cielo tras haber acabado tu misión. Además, no podéis intimar con humanos y…-

-¿Crees que no querría caer con tal de estar contigo? –exclama él interrumpiéndome, entre dolido y sorprendido.

- ¡No he dicho eso! –le digo exasperada –yo no quiero que tú caigas, no por mi culpa.

Me giro para no mirarle a la cara. No escucho sus pasos, pero noto que está cerca de mí, a mi espada. Apoya su mano en mi hombro y me atrae hacia él, apoyándome en su peco, a la vez que me rodea por la cintura con sus brazos.

-No te preocupes Kya, te quiero y es lo más importante –susurra él en mi oído, provocándome un dulce escalofrío.

Pero con resolución me digo a mí misma que no permitiré que este ser tan puro y bello, caiga en este feo y corrupto mundo.

lunes, 13 de junio de 2011

Capítulo 29


Fui a hablar con mi padre, él estaba ligeramente mejor que esta mañana y eso me alegró. El color no había vuelvo por completo a su cara, pero mejor que nada. Comenté lo que habíamos acordado Arturo y yo, y él dio su visto bueno. Comí con él, ayudándolo en lo que necesitara y después me fui con Arturo.

Él me estaba esperando fuera y me dio un pequeño beso. En ese momento sentí esa sensación de cuando notas que alguien te está mirando, por eso me giré y vi a Gabriel mirándome, parecía… ¿Decepcionado? Intento formar una pequeña sonrisa en mi cara, pero creo que no llegó a ser poco más que una extraña mueca.

-Gabriel –intento llamarlo pero él no me mira, se da la vuelta y desaparece de mi vista. Una gran onda de emociones me llega con su marcha, emociones ajenas. Entre todas ellas puedo reconocer algunas. Rabia, decepción, celos, impotencia y… todo viene de Gabriel. Creo que ha perdido en control de sus emociones. La conexión que tenemos siempre había sido unilateral, yo no podía sentir qué le pasaba y ahora… preferiría que siguiera así.
No soporto estas emociones, tan puras y a la vez tan dolorosas.

-Ahora vengo –logro decirle a Arturo antes de salir corriendo tras Gabriel seguida de Raiku, que vuela nervioso detrás de mí.

Por corazonada o quizás mejor decir, por esta conexión, llego hasta la misma puerta Norte, donde encontré a Raiku, pero no logro ver a Gabriel.
Un fuerte golpe capta mi atención. Me acerco cautelosa, temiendo cómo afrontar a Gabriel. Yo puedo no temer a la muerte, pero en asuntos de amor…soy un desastre. Raiku se posa en mi hombro, lo que me da un poco de ánimos.
Camino lentamente y me escondo tras un árbol, me asomo y veo a Gabriel, mi ángel Gabriel. Ha sacado sus alas, que ahora se mueven tan nerviosas como él.
Creo que ha notado que estoy aquí, ahora me llega un sentimiento diferente, vergüenza.
Cuando vuelvo a asomarme me lo encuentro a diez centímetros de mí, mirándome fijamente. Con su mano toca mi mejilla y yo… estoy harta de los amores, esto es muy complicado; me gusta Arturo que ha estado ahí siempre conmigo ayudándome, pero también está Gabriel, a quien apenas conozco, pero que es mi ángel y de quien creo que me estoy enamorando, ¿Cómo puede ser?
Y si escogiera a Gabriel… ¿él tendría que volver tarde o temprano al cielo?
<<El amor es complicado, siempre hay que guiarse por el corazón. >>
Pero, ¿Esto se adapta a mi caso?

Sé que llevamos un buen rato mirándonos en silencio y ninguno de los sabemos qué decir.

-Lo siento, no sé por qué reaccioné así –termina diciendo él –bueno, sí lo sé, pero no creo que te gustara oírlo y a Arturo tampoco –añade con amargura.

Y aquí está la cuestión, ¿Qué puedo hacer yo? ¿Qué más puedo hacer que no sea elegir a uno y que el otro sufra? Nada, no puedo hacer nada más. Y lo más importante y que cambiará todo. ¿A quién escogeré?

-Gabriel –mascullo antes de abrazarlo –no sé qué haré, no sé a quién escogeré –digo intentando ocultar mi desesperación.

-Kya, solo voy a dejarte las cosas claras, al igual que Arturo hizo. –hace una pequeña pausa en la que da un suspiro y luego deshace el abrazo para que le mire a los ojos –desde que llegué, captaste mi atención, primero porque me descubriste la primera –suelta una ligera risotada y me mira de nuevo a los ojos –y después pro lo vivaracha y bella que eres, aunque cuando es necesario, te pones seria y solucionas lo que haya que hacer. Por eso decidí entregarte la espada, tienes un gran sentido de la justicia y te vi capaz de afrontar lo venidero. Lo que no esperaba era que iba a enamorarme, sí, de ti. Me gustas Kya, por eso pedí que me asignaran tu Ángel Guardián, no quiero que nada malo te ocurra, aunque no me elijas a mí –finaliza él esta declaración a la espera de que diga algo.

-Voy a ser contigo lo más clara posible –murmuro, luego subo la voz y continúo –nunca había esperado enamorarme, ni que alguien fuera a enamorarse de mí. Lo único que deseaba era vengar a mi madre –intento sonreír un poco –pero un día apareciste tú, luego como bien has dicho, me entregaste aquella espada y mi mundo cambió, todo cambió. Sé que estoy enamorada de ti, pero este sentimiento de cariño que tengo por Arturo lo remueve todo. Y además la duda me corroe, cuando acabe esta guerra, y ya no esté en peligro, ¿Volverás al cielo, verdad? –le pregunto con amargura.

Tras la pregunta un completo silencio nos rodea, a excepción del ligero canto de pájaros a lo lejos.

-No lo sé Kya –logra decir él con desesperación.

-Lo sabía –susurro cerrando los ojos y me siento lentamente en el suelo, presa de un miedo atroz, no quiero enamorarme para luego salir perjudicada y sufrir.

De nuevo esta conexión me revela sus sentimientos: impotencia y casi rabia. Por un momento me pregunto qué sentimientos míos le llegan, ni siquiera yo sé lo que siento.

Se arrodilla a mi lado y me estrecha entre sus brazos. Apoyo mi cabeza en su pecho. Sus alas nos rodean aislándonos del exterior.

-Princesa, no quería que tomases la decisión final sin habértelo dicho directamente. Te quiero y haría todo lo posible por quedarme si me escogieras.

Le miro, casi odiando cómo me siento, estoy…emocionada, feliz.
Y él lo nota. Me sonríe, acerca su boca a la mía, pero cambia de trayectoria y me da pequeños y dulces besos en mi cuello, siento sus suaves labios de tacto terciopelo, poco a poco va subiendo hasta mi barbilla, luego va hacia la oreja y para hasta mirarme a los ojos y finalmente, me besa. Primero es dulce, tanteando el terreno, pero poco a poco el beso empieza a hacerse más urgente y pasional.
Sus manos acarician mi cuello, hombros y mejillas a la vez que yo tengo una mano apoyada en su cálido pecho y la otra en su hombro, disfrutando de cómo se contraen sus músculos bajo mis caricias.

Pero por razones obvias, este beso no puede ser eterno, aunque así ambos lo quisiéramos. Cuando separamos nuestros labios finalmente me atrae de nuevo a su pecho y me estrecha suavemente.

-No sabes cómo había deseado que llegara este beso –susurra en mi oído con una sexy voz.

De repente Gabriel me separa con rapidez, aunque con cuidado y se posiciona a un par de metros de mí, guiñándome un ojo, mientras oculta sus alas.

-Kya –oigo seguido de un suspiro de alivio, es Arturo.

-Hola Arturo –digo suavemente, no confiando en mi voz si hablo más alto. Me levanto del suelo poniéndome en pie. Solo imaginarme qué podría haber ocurrido si llegara un poco antes. Raiku vuela hasta mí desde una rama de árbol cercana y se posiciona en el hombro de Gabriel. Dejando claro a quién prefiere. Sonrío ante eso.
Pero, ¿Por qué Gabriel se separó? Para él, hubiese sido mejor que Arturo nos encontrara como estábamos y se hubiera enfadado con ambos.

-No quería que sufrieras por ello, yo juego limpio – me llega la voz de Gabriel a mi mente, como un susurro divino que me tranquiliza. Me giro hacia él y le sonrío en agradecimiento.

Arturo y yo le contamos a Gabriel lo que íbamos a hacer con Brian, aunque Arturo no quería contárselo según su expresión me dijo.
Y sí, Gabriel iba a venir, no quería que fuera solo con Arturo, que no estaba todavía en plenas condiciones, por aquella herida.

lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo 28


Bueno una cosa que comentar (no es del capítulo xD) es que veréis, he abierto un nuevo blog, pero no escribiré en él historias, será más para escribir pequeños textos. Lo comento por si os interesa y pasaros ;) os dejo la dirección: Desde mi teclado 
Besos!
***

-Papá, ¿Quién fue? –le repito entre dientes.

-Pequeña…fue Brian –contesta él.

¿Brian?... tardo en asimilarlo, pero después sólo una palabra me viene a la cabeza: traidor. Creo que mis pensamientos los dije en voz alta, porque mi padre me aprieta un poco la mano y me dice:
-Cuídate de él, puede ser muy peligroso –dice él con voz débil –no podría soportar perderte Kya.

-Me cuidaré padre, te lo prometo. Pero ahora debes descansar  -le digo acariciando su mano.

Un chillido capta mi atención, Raiku. Se ve que al no encontrarme a su lado se ha puesto nervioso.
-Ven aquí tonto –intento tranquilizarlo, él da pequeños saltos hasta que se sube con un batir de alas a mi mano.

-¿Un fénix? –murmura mi padre con un amago de sonrisa.

-Sí, lo encontré ayer por la tarde y desde entonces no nos hemos separado.

-Te será útil, los fénix son muy fieles y grandes aliados, gracias a su magia y lágrimas curativas, cuida bien de él y que él cuide de ti –añade mi padre comenzando a cerrar los ojos.

-Lo haré, tú solo descansa –digo soltando suavemente su mano y tapándole medianamente bien con las mantas.

Cuando su respiración se va haciendo cada vez menos perceptible salgo de la tienda. Llamo la atención de un par de guardias y les pido que custodien la tienda y que no dejen pasar a nadie excepto a los médicos y su ración de comida.

Raiku se coloca en mi hombro, desde donde vigila nuestro alrededor. Camino a paso ligero hasta la tienda de Arturo, cuando entro lo encuentro aún durmiendo, con una gran paz reflejada en su rostro,  una sonrisa se forma en mi rostro al verle así de tranquilo.
Me acerco sin hacer ruido, algo que ya es más por costumbre, y me arrodillo frente a él. Le acaricio levemente la mejilla y él suspira en sueños aún sumido en sueños. Raiku aún está en mi hombro, pero no hace ningún movimiento ni ruido.

Me acerco poco a poco a él y le beso con cuidado en los labios, disfrutando del calor que desprenden. Y en un abrir y cerrar de ojos estoy tumbada a su lado sin saber ni cómo he llegado hasta allí. Raiku da un pequeño gruñido molesto mientras se posa en el suelo.

Miro a Arturo y le encuentro mirándome con una gran sonrisa, aunque todavía se le nota adormilado.

-Qué dulce despertar –murmura él besándome de nuevo mientras se gira y queda casi encima de mí, pero sin agobiarme, dejándome mi espacio. Qué bien me conoce.

Respondo a su pasional beso con igual o más entusiasmo. Llevo mis manos hasta su cuello y él acaricia mis mejillas y cuello mientras seguimos besándonos.

Él hace que vuelva a ser yo, a pesar de todo lo que gira a nuestro alrededor, permite que pueda responder a lo que ocurra, pero evitando que todo eso que ocurre afecte a mi estado de ánimo. Creo que por eso me gusta.

Cuando nos separamos ambos jadeamos por falta de aire aunque por supuesto con una sonrisa dedicada al otro.
Él sigue acariciándome suavemente y yo, pues disfruto de la caricia.

Tras un rato relajándonos, noto que por fin mi corazón se tranquiliza también, pero vuelve a retomar un pulso casi frenético cuando me abraza, estrechando mi cuerpo contra su cálido pecho. Y Raiku elige ese preciso momento para auto presentarse, posándose en la mano que Arturo tiene apoyada en mi cadera. Casi me carcajeo al notar cómo él intenta evitar soltar un grito bastante de chica, he de decirlo, y en vez de eso maldice en voz baja e intenta espantarlo.

En uno de esos movimientos golpea en una pata a Raiku, que suelta un gruñido entre molesto y un poco de dolor.

-¡Quieto! – Casi le grito a Arturo y le sujeto las manos, ambos respirando rápidamente de la adrenalina, acerco mi rostro al suyo y le digo –es mi fénix, Raiku, y no te hará nada si tú no le haces nada.

Él me mira y luego a Raiku, luego forma una pequeña mueca de vergüenza y roza sus labios con los míos.

-Lo siento amigo –le dice a Raiku, quien acepta su disculpa con un leve movimiento de cabeza, pero algo me dice que estos dos no se llevarán muy bien…

-Por cierto Kya, ¿Atrapasteis al que atacó a tu padre? –me recuerda él, mi rostro pierde la sonrisa y le contesto:

-No, pero mi padre le vio y me dijo quién fue –hago una pequeña pausa y él me mira expectante –fue Brian, no me lo podía creer cuando me lo dijo, pero ahora todo encaja. Que Brian fuera el único que estaba cerca y vio al atacante, él único testigo, y luego no vino a informarme.

-Yo pensaba que estaba de nuestro bando  -medita Arturo ante lo que asiento de acuerdo –no hay que fiarse de la gente a la que apenas conocemos –añade.
Se acerca y vuelve a besarme –yo confío en ti plenamente.

-Y yo –añado con una sonrisa ligeramente sonrojada.

Raiku suelta un gruñido, como si estuviera de acuerdo con Arturo, lo miro con sorpresa y luego dirijo mi mirada a Arturo, nuestras miradas coinciden y nos echamos a reír.

Arturo y yo estuvimos en su tienda el resto de la mañana. Planeamos capturar a Brian esa misma tarde para poder atacar la cuidad en un par de días cuando mi padre mejorara. No fiándome de Marina, otro presentimiento, ambos acordamos encerrarla con Brian, para evitar riesgos.
  
Tras otro largo beso nos separamos y quedamos para vernos e ir a por Brian después de comer, porque antes tengo que ir a hablar con mi padre.